LA MÁQUINA ANTROPÓFAGA.
Ensayos entre los residuos de la semiótica, la comunicación y las culturas.
PRESENTACIÓN.
I
¿Qué es la máquina antropófaga?, ¿de qué elementos se compone? ¿Qué cantidad de energía consume?, ¿corre el riesgo de la entropía y de su consiguiente destrucción? Todas estas interrogantes permiten poner en funcionamiento esa máquina particular que consume signos, textos, discursos pero que, paralelamente, los pone en riesgo de destrucción al ubicarse entre los residuos de la comunicación y la cultura, en la recomposición de los restos despedazados de la representación. Hay diversos casos en América Latina que ponen en cuestionamiento a la representación: la vanguardia antropófaga de la modernidad brasileña (la estética visual de Tarsila do Amaral; la literatura de Mario de Andrade; el cinema novo y la indefinición estética de Oswald de Andrade) y la lectura letrada de Ángel Rama en diálogo con la filosofía postestructuralista (fundamentalmente con Michel Foucault).
II
En el interior de la máquina antropófaga nos encontramos con sentidos/sinsentidos que se conforman desde sus series paradojales (tal como las analizó Gilles Deleuze), así como con la hiper/post época actual prefijada que descompone las posibilidades de conformar nombres propios y de nombrar (sea una época como la modernidad o una forma representativa como es la textualidad). Es la máquina deconstructiva (siguiendo a Jacques Derrida) habitada por fantasmas y espectros que deambulan por páginas sin marcas y vaciadas por los sentidos que sólo adquieren forma –desde su singularidad- cuando el lector las actualiza y descompone.
III
La máquina antropófaga consume sin límites textos, discursos, cuerpos, subjetividades, esa es la energía que la renueva y la lleva a los límites de su destrucción pero no la destruye sino que la descompone. Se libera de los códigos y de las posturas que pretenden colocarle límites al sentido. Pone en cuestionamiento la fenomenología que centra al sujeto y la fenomenología- hermenéutica que estabiliza las rupturas del acontecimiento desde la idea sedentaria del sentido. No le teme a la hermenéutica que busca lo oculto de la interpretación, ni a la idea conservadora- neofuncional de lo sistémico, del pensamiento complejo o de la constructividad. Es, por ello, que la máquina antropófaga es nómada, viajera, se ubica en lo neutro del entre que desestabiliza el paradigma binario (de acuerdo a Barthes). La máquina antropófaga sólo puede ser leída desde la singularidad y la ruptura del acontecimiento; desde la espera ignorada del diagnóstico y la falsa espera del acontecimiento que está por llegar.
IV
La máquina antropófaga no es una metáfora, ni una alegoría, es una sintomatología, un cisma o una sismología, un índice o una huella que se extravía por el camino… La máquina antropófaga es una máquina que desestabiliza desde la espacialidad de los márgenes y el afuera la cultura sustantiva y con mayúscula. Es una virtualidad… Tan falsa como el simulacro que copia y, en esa falsa copia, pierde los orígenes del referente y de la metafísica de la presencia.
Ensayos entre los residuos de la semiótica, la comunicación y las culturas.
PRESENTACIÓN.
I
¿Qué es la máquina antropófaga?, ¿de qué elementos se compone? ¿Qué cantidad de energía consume?, ¿corre el riesgo de la entropía y de su consiguiente destrucción? Todas estas interrogantes permiten poner en funcionamiento esa máquina particular que consume signos, textos, discursos pero que, paralelamente, los pone en riesgo de destrucción al ubicarse entre los residuos de la comunicación y la cultura, en la recomposición de los restos despedazados de la representación. Hay diversos casos en América Latina que ponen en cuestionamiento a la representación: la vanguardia antropófaga de la modernidad brasileña (la estética visual de Tarsila do Amaral; la literatura de Mario de Andrade; el cinema novo y la indefinición estética de Oswald de Andrade) y la lectura letrada de Ángel Rama en diálogo con la filosofía postestructuralista (fundamentalmente con Michel Foucault).
II
En el interior de la máquina antropófaga nos encontramos con sentidos/sinsentidos que se conforman desde sus series paradojales (tal como las analizó Gilles Deleuze), así como con la hiper/post época actual prefijada que descompone las posibilidades de conformar nombres propios y de nombrar (sea una época como la modernidad o una forma representativa como es la textualidad). Es la máquina deconstructiva (siguiendo a Jacques Derrida) habitada por fantasmas y espectros que deambulan por páginas sin marcas y vaciadas por los sentidos que sólo adquieren forma –desde su singularidad- cuando el lector las actualiza y descompone.
III
La máquina antropófaga consume sin límites textos, discursos, cuerpos, subjetividades, esa es la energía que la renueva y la lleva a los límites de su destrucción pero no la destruye sino que la descompone. Se libera de los códigos y de las posturas que pretenden colocarle límites al sentido. Pone en cuestionamiento la fenomenología que centra al sujeto y la fenomenología- hermenéutica que estabiliza las rupturas del acontecimiento desde la idea sedentaria del sentido. No le teme a la hermenéutica que busca lo oculto de la interpretación, ni a la idea conservadora- neofuncional de lo sistémico, del pensamiento complejo o de la constructividad. Es, por ello, que la máquina antropófaga es nómada, viajera, se ubica en lo neutro del entre que desestabiliza el paradigma binario (de acuerdo a Barthes). La máquina antropófaga sólo puede ser leída desde la singularidad y la ruptura del acontecimiento; desde la espera ignorada del diagnóstico y la falsa espera del acontecimiento que está por llegar.
IV
La máquina antropófaga no es una metáfora, ni una alegoría, es una sintomatología, un cisma o una sismología, un índice o una huella que se extravía por el camino… La máquina antropófaga es una máquina que desestabiliza desde la espacialidad de los márgenes y el afuera la cultura sustantiva y con mayúscula. Es una virtualidad… Tan falsa como el simulacro que copia y, en esa falsa copia, pierde los orígenes del referente y de la metafísica de la presencia.
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