viernes, 18 de febrero de 2011

Homenaje a Lautrémont


Lautréamont por Battegazzore
El ángel caído
Pedro da Cruz
ISIDORE LUCIEN Ducasse (Montevideo 1846 - París 1870) fue, junto a Jules Supervielle y Jules Laforgue, uno de los llamados poetas franco-uruguayos. Hijo de Francois Ducasse, funcionario del Consulado General de Francia en Montevideo, fue enviado de niño como interno al Liceo imperial de Tarbes, y estudió luego en la ciudad de Pau. En 1867 estuvo en Uruguay, pero regresó a París, donde murió tres años más tarde, a los 24 años de edad.
Desconocido como escritor en vida, Ducasse sería considerado por la posteridad un poeta "maldito" (un caso similar al de Arthur Rimbaud), debido principalmente a que su obra promueve el culto al mal y la negación del Creador. Pocos meses antes de morir usó por primera vez el seudónimo Conde de Lautréamont, nombre cuyo significado ha sido interpretado de distintas maneras. Una explicación sería la popularidad que entonces tenía la novela El conde de Montecristo (1844-46) de Alexandre Dumas, lo que puede haber inspirado a Ducasse a agregar el título de conde a su seudónimo, y, como negación de Cristo, transformar el nombre Montecristo en Lautréamont ("el otro monte" en español). También se ha explicado el seudónimo a partir de un juego de palabras con los nombres de la ciudad natal del poeta, Montevideo, y su lugar de residencia, Montmartre, aunque no es explícito cuál sería "el otro monte".
El carácter caótico y onírico del universo literario de Lautréamont resultó fuente de inspiración para artistas contestatarios de siguientes generaciones, que hicieron un culto de su figura. Es de rigor citar el pasaje en que el franco-uruguayo escribió sobre lo que consideraba bello: "como el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección". Una concepción que años más tarde condujo a que fuera reivindicado, y considerado un precursor, por los escritores y artistas surrealistas, que se proponían crear directamente desde el subconsciente sin intervención de la razón.
AURORA DEL MAL. Durante su corta vida Lautréamont escribió sólo dos obras que lo trascendieron: Poesías y Los cantos de Maldoror. Ésta última fue prácticamente desconocida durante muchos años, aunque luego se difundió gracias a un reconocimiento póstumo.
Los cantos… son un texto compuesto por seis cantos poéticos, un poema narrativo en prosa que fue publicado en distintas etapas. El primer canto, firmado sólo con tres asteriscos, fue publicado en Bruselas en agosto de 1868. Un año más tarde Ducasse terminó de escribir el manuscrito completo de los seis cantos, que firmó con el seudónimo Conde de Lautréamont. Le encargó la edición (que pagó él mismo) al editor belga Albert Lacroix, que, temeroso de las consecuencias que podía tener publicar un texto de contenido considerado blasfemo, imprimió sólo unos pocos ejemplares que no llegaron a distribuirse.
El título de la obra ha sido interpretado de distintas maneras, ya que el nombre Maldoror es una combinación de palabras que pueden significar "Mal de la aurora" o "Mal del horror" (las palabras francesas aurore y horreur se pronuncian de forma similar).
Maldoror, personaje principal de la obra, es un ser sobrenatural, una suerte de ángel del mal, una figura demoníaca que odia a Dios y a la humanidad, por lo que lucha con todos los medios posibles contra el Creador. La contienda, sembrada de asesinatos y sadismo, tiñe Los cantos… de obscenidad y blasfemia.
En un clima de violencia onírica, con el tono "maldito" que atraería a la posteridad, se suceden una serie de metamorfosis que resultan en objetos que hablan, y en plantas y animales que se reproducen, ya sean zarzas de espinas o pulpos gigantes, arañas y piojos, que se multiplican en criaderos con el fin de exterminar a la humanidad.
EL OTRO MONTE. La influencia de la obra y la personalidad de Lautréamont se manifestó en la literatura, principalmente la de los escritores surrealistas, aunque también fue fuente de inspiración para artistas visuales. Uno de los ejemplos más conocidos es el del pintor y fotógrafo estadounidense Man Ray (Hombre Rayo), que en 1920 realizó El enigma de Isidore Ducasse. La obra consiste en un objeto envuelto en tela y atado, un paquete del que no se revela el contenido, a lo que hace referencia el "enigma" del título. El nombre de Ducasse, sumado a una forma que sugiere una máquina de coser, es una referencia directa al mencionado encuentro fortuito que Lautréamont imaginó sobre una mesa de disección.
En el "otro monte", en Montevideo, Los cantos de Maldoror inspiraron a Miguel Ángel Battegazzore (1931), artista visual y docente de la Escuela Nacional de Bellas Artes, a realizar una serie de pinturas interpretativas del mundo onírico de Lautréamont durante la década de 1970. Obras de carácter experimental que durante muchos años permanecieron en el taller del artista, hasta que recientemente fueron mostradas en la exposición "Des-figuraciones entre literatura y pintura: Lautréamont/ Battegazzore", realizada en el hall de la Facultad de Arquitectura de la UdelaR con curaduría de Ángel Kalenberg.
El lenguaje plástico de Battegazzore está íntimamente relacionado al momento histórico en que las obras fueron realizadas, con reminiscencias tanto de las obras con papeles de colores recortados que Henri Matisse creó durante la última etapa de su vida, como a distintas expresiones del entonces vigente arte óptico, el op art, una de cuyas vertientes se caracterizó por el uso de formas de marcados contornos realizadas en colores planos. Características que a su vez marcaron la estética entonces imperante en el ámbito de la Escuela de Bellas Artes.
Los motivos fueron en general realizados con tendencia a la no figuración, aunque la presencia de elementos con reminiscencias figurativas relacionan las composiciones a distintos aspectos de la obra literaria en las que están basadas. La elección de los motivos es explicada por Battegazzore en un texto publicado en el catálogo de la exposición. La dominante silueta de la llamada "espina de la cruz", presente en la mayoría de las obras, fue elegida debido a que en Los cantos… se refiere repetidas veces a marañas espinosas, así como a cactus y cardos. La dura geometría de la forma es también vista como una forma de agresividad que refiere tanto al mundo animal (garras, uñas, picos, dientes y cuernos) como a la dimensión cósmica de las constelaciones de estrellas.
Otro grupo dominante de motivos es el conformado por una serie de animales (pájaros, cangrejos, piojos, pulpos, arañas), que convocan "una animalidad indiferenciada e inestable que transita del hombre a los animales y de estos a los objetos inanimados o viceversa." En las pinturas también es omnipresente una figura humana, la de Maldoror, el ángel del mal, que flota tanto en espacios cósmicos como sobre los pulpos y las arañas, diferentes aspectos de su lucha encarnizada contra el Creador.
En una de las obras Battegazzore revela el contenido del mencionado paquete enigmático de Man Ray, una suerte de radiografía que muestra una máquina de coser y un paraguas, mientras que las cuerdas se transforman en una tela de araña cósmica que contiene las cuatro estrellas de la Cruz del Sur. Algunas de las obras combinan las imágenes con citas de los versos de Lautréamont, como en el caso de una serie de formas ovaladas sobre las que se lee "… la grata presencia de esos engendros huraños, que se convertirán más tarde en magníficos piojos, con las galas de una notable belleza, monstruos con aires de sabios."

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