martes, 27 de noviembre de 2012

Suicidios y desahucios

En torno a los suicidios y los desahucios en España




A Amalia Egaña y todos/as aquellos/as que se han suicidado o lo han intentado por causa de los desahucios.

El tema de los suicidios ha adquirido en España otro tono y otra carga, luego de que en los últimos meses –y, entre otros sitios, en la Comunidad Valenciana- se produjeran tres suicidios y el intento de una cuarta persona, cuando fueron o intentaron ser desahuciadas. Mientras esto escribo, los medios anuncian el cuarto suicidio, en lo que va de los últimos dos meses, producido esta vez en Navarra. Menciono cuatro pero seguramente son más y esa cifra solo es computada por los medios masivos de comunicación, cada vez más centrados en autoproclamarse y auto-mencionarse, pero con escasas posibilidades de transformarse en ecos de una sociedad angustiada por la situación político-económica por la que atraviesa España, desde que la derecha del Partido Popular llegó al gobierno hace un año.

El caso notorio fue el de Amalia Egaña, ex concejala socialista, quien luego de suicidarse, fue acusada, por parte de algunos tertulianos (especie de periodista que funciona como portavoz del medio que les paga) de que su muerte fue auto-producida porque estaba separada de su marido, porque tenía otras deudas y, ya en la pornografía total, consideraron que su acto podía considerarse “egoísta” en la medida en que dejaba a su familia con todas las deudas. Los bancos, mientras tanto, seguían provocando desahucios.

El suicidio, mal que le pese a la cultura monoteísta –y en particular al catolicismo- no es lo que se opone a la vida sino su contracara, su aporía –me atrevería a decir utilizando una terminología deconstructivo-filosófica-, es decir no hay vida sin muerte, ni suicidio que no sea liberación de la vida. Diversos casos notorios como los de Walter Benjamin (suicidándose perseguido por la Gestapo), Gilles Deleuze (liberándose de una enfermedad terminal) u otros menos notorios, dan cuenta de una inflexión que produce el suicidio, llamando la atención sobre la opresión a la que conduce el capitalismo.

El tema de los desahucios no es una novedad sino que el incremento de los mismos en España, llegando a la cifra que supera los 500 por día, llama la atención y, a su vez, implica una nueva manera de enfocar el incremento de viviendas en propiedad de los bancos y, paralelamente, la perdida de las mismas por parte de las familias, llegándose a extremos que son los de los bancos con numerosas propiedades vacías y varios cientos de miles de familias en la calle. El suicidio, entonces, implica una manera de llamar la atención, por un lado, y, por otro, un acto que debería de concebirse de acción- resistencia y no de pasividad- desistencia. Es comprensible que esta lectura genere muchas polémicas, en la medida en que puede leerse, también, que detrás de los suicidios se encuentre el asesinato del capitalismo en esta etapa mediática, sin embargo, hay diversos casos que podrían considerarse como un acto de enfrentamiento y, paralelo a ello, de liberación.

Habría, por tanto, que producir diversos actos de enfrentamiento a las políticas neoliberales que vienen generando las alianzas entre el gobierno del Partido Popular, Convergencia I Unió en Cataluña, por mencionar los dos casos más reconocidos. Mientras el Rey se opera de la cadera por segunda vez en una clínica privada, producida esa lesión cazando Elefantes en África, miles y miles de ciudadanos son expulsados de sus viviendas, mantienen las deudas y se quedan en la calle sin más que unos mínimos bultos de carga que les quedan, como liberándose de lo material y encarcelamiento en la inmaterialidad del dinero. Metáfora del capitalismo actual.

Víctor Silva Echeto

Escrito en Valencia, a 27 de noviembre de 2012.

2 comentarios:

Arturo Borra dijo...

Querido Víctor, comparto casi todo lo que decís. El suicidio puede ser un acto político de resistencia, una negativa a la servidumbre. Por eso el otro día, cuanto hiciste tu intervención valiente y necesaria en un contexto así, yo citaba a Benjamin: "Sólo sobre un muerto no tiene potestad nadie". A veces sustraerse al poder fascista es también apelar a esa posibilidad humana de darse la muerte.

Pero al menos a mí me parece claro que en otras ocasiones el suicidio es una encerrona, un acto forzado desde el exterior. La moralización del suicidio (bajo la acusación de "egoísmo", "ceguera" y demás)es llamativa. La condena moral es hipócrita cuando apenas si se pronuncia sobre las condiciones actuales que pueden provocar ese acorralamiento.

La libertad de poder suicidarse debería ser también defensa del derecho a no tener que hacerlo. Liberarse de la vida cuando la vida no merece la pena puede ser también seguir viviendo cuando la vida trae algo más que pena.

Como sea, me parece que el valor del suicidio es indeterminable sin inscribirlo en contextos vitales y políticos específicos. Quizás -como señalás- en este contexto español el suicidio se está convirtiendo en un "llamado de atención" sobre el capitalismo. No soy nadie para "repudiar" a quienes se suicidan, pero sí me siento llamado a cuestionar a aquellos que llevan a ese límite a muchas personas.

Por eso no veo que ese tipo de suicidio sea un acto de resistencia. Me parece más bien un acto de quiebre subjetivo. El capitalismo está asesinando a miles de personas a través del "suicidio" y eso, me parece, hay que cuestionarlo radicalmente.

En fin, gracias por compartir. Más tarde miro el video.

Un abrazo fuerte,

Arturo


Víctor Silva Echeto dijo...

Querido Arturo, creo que tenemos que invertir la lógica discursiva de los medios a partir de una deconstrucción e inversión subversiva de los discursos, por eso, los actos en sí no son revolucionarios pero sí los contextos de interpretación. Por eso, mi inversión es dar la vuelta al discurso moralizante, mientras se cuestiona al suicidio, reivindicarlo como un acto político, una economía de lo revolucionario. Benjamin: ¿lo mataron o con su acto liberó la vida?