viernes, 15 de octubre de 2010

La televisión de “los mineros



La televisión de “los mineros”: la transparencia del mal.
Víctor Silva Echeto.



I
Hace unos años se comenzó a utilizar en España, el concepto de televisión basura. En ese momento, diversos programas de televisión transformaron la “indignidad” humana en “dignidad” mediática. La pobreza, la locura, los llamados por Michel Foucault, “anormales” que el “orden del discurso” normalizaba a través de estrategias discursivas y no discursivas (o de visibilidad, para no plantearlo por negación), ingresaban en un radical proceso de “simulación” donde proliferaban los golpes de puño, las sillas por la cabeza, las infidelidades televisivas, los diálogos con el “más allá”, los extraterrestres, y toda una gama de excepcionalidades que se transformaban en la regla.
No obstante, seguramente todo ese show televisivo que se vivía (y vive) en España, no podía (ni puede) calibrar lo que ocurriría (y ocurrió) en Chile años después, con la cobertura que los canales de televisión realizaron de los 33 mineros rescatados de la mina San José.
II
Uno podría ampararse en la célebre teoría crítica de Guy Debord sobre la “sociedad del espectáculo” o la de Michel Foucault sobre la vigilancia pan-óptica o, aún más, en la planteada por Gilles Deleuze sobre “las sociedades de control” (no todas ellas compatibles), para analizar desde la teoría crítica lo que ocurrió en esta semana con la cobertura, por parte de la televisión, del rescate de los 33 mineros. Seguramente, en cada una de ellas encontrará claves conceptuales que les permita analizar, con cierto grado de distancia, lo que ocurrió. Y ocurrió, ¿qué ocurrió? que todas ellas fueron superadas. La tradicional posición del periodismo fue sustituida por el show del espectáculo, o, aún más, por el postespectáculo. Mineros transformados, por efecto del juego del simulacro, en presentadores de televisión.
El presidente Piñera –acompañado en la mina por su hermano Miguel Piñera- desafiando a los 33 a jugar un partido de fútbol con los integrantes del gobierno, y como propuesta, que: “el que pierde vuelve a la mina..:” ¿A la mina?
Las imágenes paralelamente realizaban un simulacro de encuesta sobre ¿qué puesto ocuparán los integrantes de gobierno?
Pero, también, aparece la vigilancia… Las cámaras controlando, panópticamente, cada minuto de su vida fuera de la mina. Tal como lo hicieron adentro de ella. Una transmisión que intenta simular “transparentar” la realidad pero que se encuentra con la monstruosidad de lo real. La heroicidad que la televisión intenta construir no es más que la deconstrucción de un vacío sin más sustancia que la intangilidad televisiva.

III
La pregunta sobre sí la sociedad postmoderna (o, en otro tono, sociedad de la comunicación) es más transparente, se la formuló, entre otros, Gianni Vattimo. La respuesta, después de varios ensayos y pruebas a la que fue sometida, fue negativa. La sociedad postmoderna no es más transparente, indica Vattimo, sino más compleja, más inestable, sostendría quien escribe.
No obstante ello, uno podría someter, nuevamente esa pregunta, a deconstrucciones múltiples. La transparencia en la televisión se ha transformado en mostrar vidas que transcurren entre conflictos maritales, familiares, en escenarios más propios de culebrones, en performativos que –siguiendo a Austin- estamos preparados para recibirlos y no sorprenden más que al simulado espectador que quiere autosorprenderse porque su vida no tiene más sorpresas que la aparecida en la televisión.
En el caso de los mineros se cumplió el plan… La salida estuvo marcada por conflictos maritales, desavenencias familiares, especulaciones sobre sus futuros llenos de éxito. A eso se redujo.
No obstante, las vinculaciones entre el gobierno y la impunidad de la empresa de la minería que sigue explotando trabajadores, no formó parte del relato televisivo; las vinculaciones entre la empresa que proporcionó la segunda máquina y el ministro de Defensa Jaime Ravinet, tampoco (http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2010/10/13/noticias/pais/2010/10/08/declaracion-de-intereses-de-ravinet-no-incluye-a-empresa-duena-de-la-perforadora-del-%E2%80%9Cplan-b%E2%80%9D/). Sólo el interminable show que dejó encendida la luz que iluminó a los mineros bajo tierra en Copiapó.
Y, estas luces, todavía no se apagarán… Porque el último que se fue no apagó la luz.

2 comentarios:

Felipe Venegas San Martín dijo...

Muy de acuerdo. Todo esto es una manipulación, pero la diferencia de experiencias anteriores me parece que corresponde a una manipulación que no tiene rostro, ni siquiera el del gobierno. Parece una concertación social que ya ha asimilado estas pautas no sólo como normales, sino como las adecuadas, las deseables. Eso es lo más peligroso porque habla de una asimilación cultural y que tiende a profundizarse en las nuevas generaciones, incluso intelectuales.

pablo escamendi dijo...

La pregunta que me surge con este hecho, el terremoto o lo de haiti, ¿hasta cuanto es real el interés y como cuando los medios sacan la lupa del hecho, deja ser de interés o es que la magia de la TV nos esta marcando como sociedad y cada vez es peor como nos deforma hacia la sociedad de consumo y tiro?