sábado, 18 de diciembre de 2010

Paradojas de la cárcel


Paradojas de la cárcel.
I
En Uruguay, una de las principales cárceles de presos políticos, durante la dictadura cívico- militar se ubicaba a las afueras de la ciudad de Libertad. De ahí su nombre: cárcel de Libertad. Era la demostración –de esa metafísica de la libertad- paradójica de un país: encerrado en los límites fronterizos del Estado- nación y con la ilusión –del porvenir (diría Derrida)- de una libertad inalcansable (otro juego deconstructivo).
Otra de las cárceles se ubicaba en el barrio Punta Carretas –el punto más al sur del Uruguay-. Entrada la “democracia”, el gobierno postdictatorial de Julio María Sanguinetti, instaló un Shopping Center, pero con la estética carcelaria. Un golpe a la memoria, herida, fracturada, castigada…
II
Rocha, es una ciudad de Uruguay de 23.500 habitantes. Esa ciudad tenía más de cien presos. La madrugada del 8 de julio de 2010, fue una de las más frías. Para calentarse el cuerpo, los presos prendieron unos fuegos artesanales…. Todo terminó en un incendio en el cual perecieron 12 de ellos. Pudieron con el frío pero no con la muerte.
III
Uno de los principales centros culturales de Valparaíso se llama la “ex cárcel”, justamente porque allí existió un centro de reclusión. En ese centro fueron encarcelados presos políticos. El cambio es de tono…
Esta vez ni Shopping, ni hacinamiento, sino centro cultural: una ironía o un juego.

IV
En Chile siguen los motines, luego del incendio del penal de San Miguel, en el que murieron 81 presos. Sin embargo, los medios de comunicación masivos no hablan de motines, sino de desórdenes. La fuente –como siempre- es oficial/ oficiosa: “nosotros hablamos de desórdenes. Un motín es cualquier espacio que la población penal gana (…) y no permite el control de los funcionarios de Gendarmería”, dijo el director de esa repartición Masferrer (La tercera, viernes 17 de diciembre, pág. 24). Ahora, además, la situación de hacinamiento, tortura, falta de condiciones para vivir al interior de la cárcel, lo que ya de por sí es difícil, no son las que producen los hechos como la muerte de 81 personas hacinadas y calcinadas al interior del penal, sino “las armas hechizas encontradas al interior fabricadas por los presos”, las bebidas “alcohólicas” que elaboran los presos y los celulares encontrados al interior, con los cuales se comunicaron, entre otros, con los canales de televisión para denunciar las condiciones en las que (se) (los) encuentran (encontramos).
Por tanto, la solución es impedirle el uso de celulares y cortarles el contacto con las antenas.
Llegará la navidad y todo se volverá consumo navideño… Al interior de la cárcel sólo el sintagma de dejar morir fractura el hacer vivir –inversión de la biopolítica moderna planteada por Foucault-. O, en otra variante, la pregunta de si ¿los subalternos pueden hablar? Solo el rumor espectraliza la respuesta…

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