lunes, 23 de mayo de 2011

Diario de la plaza del 15-M. Día 4.



El rizoma en la plaza del 15-M


Diario de la plaza del 15-M.
Día 4.
I
En un prólogo al libro- acontecimiento El Anti-Edipo, capitalismo y esquizofrenia, de Gilles Deleuze y Félix Guattari, Michel Foucault sostuvo que “el próximo siglo será deleuziano”, las plazas, en este 2011, de África, Asia, Latinoamérica y Europa, le estarían dando la razón a Foucault.
En ese mismo texto, Foucault alerta sobre los fascismos que se apropian de lo político, y lo cierra diciendo: “no os enamoréis del poder”.
Fue Deleuze, quien se refirió al “acontecimiento”, “a lo micropolítico”, y, junto con Guattari, a “lo micropolítico”, “al rizoma”, “a la nomadología” y a la “máquina de guerra”, por no hablar, en el caso de este último, de la subjetividad transversal. Para muchos que, no comprenden el giro deleuziano, son metáforas, giros poéticos ante el cansancio de la racionalidad filosófica.
Sin embargo, en la plaza del 15-M hacemos rizoma, nos ubicamos en el medio horadando, eso no significa que seamos del medio, sino que nos ubicamos en el medio, en el entre de lo político para tensionar el desgaste de un sistema político que ya no es ni sistema y transforma lo político en el consenso de los mercados y de los bancos.

II
Leo a García Canclini, en su último libro, La sociedad sin relato, aspira a la alianza estratégica entre lo metafórico y lo epistémico, entre el arte y las ciencias sociales, todo ello para poner en funcionamiento una estética de la inminencia. No me llevo bien con lo estético, prefiero el caos germen deleuziano, pero sí veo en los cárteles de la Plaza del 15-M, una poética que aspira no solo al fondo del mensaje político sino también a la forma de la escritura.
“Asaltar los cielos…” en la década de los ’60, hoy asaltar la ilusión, escudriñar en las múltiples temporalidades revolucionarias. En la plaza del 15-M se decide continuar una semana más… y después se decidirá.

III
Hay otra plaza de mayo en otro continente. Símbolo de la independencia Argentina, a principios de la descolonización, hoy es de los detenidos desaparecidos, de los pañuelos blancos de madres y abuelas, de la tortura y de la muerte. Pero, también, de la traición más vil que se puede haber cometido: la del llamado Ángel Rubio. Ahora que del otro lado del Río de la Plata, la impunidad es validada por el Congreso, esa /otra poética de esa/otra plaza de Mayo adquiere otra dimensionalidad.

IV
Son las 21 horas del domingo 22 de mayo, hace ya una semana que se ocupa la plaza. Encerrados en un hotel y en la pantalla mediática, Rita Barberá (que el ordenador me insiste en que le elimine el tilde) y Francisco Camps, brindan con champaña (o cava, mejor dicho) frente a una multitud que los victorea. En la plaza los esperamos a que se acerquen al Ayuntamiento.
A la política de Carlos Menem, en ese otro lado del Atlántico, del otro continente, donde hay una/ otra plaza de mayo, se le llamó la era de la “pizza” con “champaña”.
En Valencia se inaugura otra época de cava sin pizza, de una ciudad, de una provincia, de un país, hurtado a los/las ciudadanos. Pero, para ese crimen, no hay castigo en el código penal.
Escrito en Valencia a 23 de mayo

2 comentarios:

Arturo Borra dijo...

Querido Víctor, también en mi caso, cuando estuve ayer un ratito en la plaza, me dediqué a sacar algunas fotos. Y también me detuve en ese cartel en forma de "diagrama de flujos" -tan usado en ciertos ámbitos empresariales- pero en una clave crítica e irónica. Hay unos cuantos más, que nos ayudan a reconstruir esos fragmentos de unos discursos políticos que se están elaborando ahí. Y ahí, como señalás, se va trazando una poética que me parece de lo más interesante y valiosa.

Si bien comparto los planteos centrales de tu texto, por mi parte trazaría algún matiz: no sé si el movimiento 15-M le da la razón a Foucault, o habría que ver en qué sentido. Al acontecimiento como tal podemos pensarlo desde varios lugares (pienso por ejemplo en Badiou, Ranciere, Laclau o Castoriadis): sigue teniendo algo irreductible, una singularidad que tendremos que indagar sin darla por sabida, sin presuponerla. El acontecimiento nunca es "caso" que ilustra simplemente una teoría preestablecida; más bien, es esa irrupción dislocatoria que sacude las grillas de inteligibilidad de una época y que, de algún modo, nos incita a la producción de nuevos conocimientos. (Me parece que aquí hay una apertura del acontecimiento que es importante sostener como tal, sin reconducirla a unos discursos teórico-políticos afines). En vez de reconducir lo desconocido a lo conocido, pienso que el acto revolucionario, a nivel epistemológico, es en sentido contrario: reenviar lo conocido a lo desconocido.

En otra dimensión, ni siquiera estoy seguro que aquí no se juegue un cierto sentido de lo utópico (“Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir”), a mi entender, no reñido para nada con lo heterotópico.

También intenté reflexionar sobre este proceso aquí, por si te interesara:
http://valenciaencontrol.blogspot.com/2011/05/democracia-y-revuelta-apuntes-sobre-una.html y que retoma algún intercambio que tuvimos por FB. Como sea, por aquí seguimos, compartiendo apuntes de una revuelta.

Va un fuerte abrazo,
Arturo

Víctor dijo...

Querido Arturo, en el texto no se explícita que en la plaza esté el acontecimiento, porque éste no está, no se ubica, no se localiza, es virtual... Mi debate es con aquellos que se han dedicado a plantear una crítica -que oscila entre el olvido y la lectura intencionada- sobre Foucault o Deleuze. Y allí incluyo a Badiou y a Ranciére, el primero leyendo a Deleuze y el segundo a Derrida. El acontecimiento en Deleuze, tiene otras connotaciones diferentes a las planteadas por Badiou, y basta con considerar su interpretación en términos matemáteticos-musicales. La seguimos un abrazo...