domingo, 22 de mayo de 2011

Las plazas del 15-M






Diario de la plaza
Día 3
I
Amanece en la plaza… Más bien dicho: amanece en las plazas. Los ojos nublados y todavía padeciendo la luz que el sol lanza sobre ellos. Mientras en la plaza, en la red de redes y en el intercambio comunicativo cuerpo a cuerpo (¿intercambio comunicativo?, parezco Habermas, me corrijo: en la disidencia del cuerpo a cuerpo), emergen un día más las preguntas e incertezas.
Los medios de comunicación oligopólicos, fundamentalmente una televisión TDT consensual, intentan analizar –desde la posición del “especialista”, ese nuevo conocedor de “todo” y sobre “todo”-, estos movimientos desde lo previsible y conocible: “esto no pasará del lunes…”, “no pasarán a la historia”, “no tienen propuestas”, “las tienen pero son tan utópicas que no llegarán a nada”.
¿Qué paradoja se le piden propuestas a las plazas pero no a los partidos políticos?

II
Mientras esto escribo recuerdo que el jueves en la Cámara de Diputados de Uruguay se mantiene la “ley de caducidad” (o, mejor dicho, ley que mantiene la impunidad a los crímenes de lesa humanidad que cometieron los civiles, aliados a los militares, y estos últimos en las décadas ’70 y ‘80). El viernes una marcha del silencio recordó en Montevideo (nos recordó) que no hay olvido, sino políticas de la memoria que desclasifican los relatos y las poéticas de una dictadura cívico- militar que masacró cuerpos (otra biopolítica). Esa misma dictadura, transformó a otros cuerpos en espectros desaparecidos, que, como Hamlet, deambulan como fantasmas por entre los intersticios de la geografía orientada al oriente del río Uruguay. Estoy en la plaza por ellos/as y contra los diputados que apoyaron esa ley.

III
Escuché ayer en el recital de poesía a Arturo Borra, que Arturo recuerda a los extranjeros, a los inmigrantes, notaba ese vacío en la plaza. También, la falta de inmigrantes. Éstos siguen llegando a las costas, ahogándose en las costas, padeciendo en las costas, no los dejan cruzar las costas. Europa se cierra como un muro inmaterial e intangible, que niega la apertura geográfica del Mediterráneo. También, son espectros, fantasmagóricas sombras que quieran cruzar desapercibidas. La revolución es espectral y virtual.
Estoy en la plaza por ellos/as y contra los/las políticos/as europeos/as y de otras naciones que, con políticas racistas –el signo de estos tiempos- construyen esos muros y cierran la inmensa apertura del intersticial mediterráneo.

IV
Es mucha la gente que está en la plaza. De todas las edades y géneros. Hablo de gentes, y el ordenador no me lo corrige, porque somos –son- eso gentes. Falta la diversidad de colores.
A dos cuadras, inmigrantes venden diversos productos sobre unas telas tiradas en el piso, esperan algo, miran nerviosos, pasan los policías. Es la lógica de la paralegalidad. Como escribe Rossana Reguillo: la paralegalidad “se convierte en un desafío mayor que la ilegalidad…”. Es, una vez más, una espectralidad o una virtualidad. Sus ojos están cansados. ¿Cómo miran los/las paralegales? Siempre con unos grandes ojos, abiertos a la incertidumbre.

V
Hoy, es día de elecciones en España, a la tarde la plaza se llenará nuevamente. Los resultados de las elecciones ya no importan, sino otra política y otra ontología de lo político: la del presente, la de la transgresiva virtualidad de los subversivos. Subvertir el orden. La disidencia como clave de un/otra biopolítica.

VI
Los brazos se desperezan, los abrazos se cruzan, las miradas generacionales y de género (post género, queer, feministas, gay, lésbicas, etc, etc) se buscan, la red se potencia. Un día más hay que horadar la pared.

Escrito en la plaza de Valencia, en la mañana del 22 de mayo de 2011.

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